miércoles, 10 de agosto de 2011
Seguimos tartamudeando
Siguiendo con el tema del habla, cada vez estoy más convencido que en nosotros, los tartamudos, la causa de la falta de fluidez es una descoordinación o una alteración de la parte del cerebro encargada del lenguaje, motivado por si mismo y por otros agentes como pueden ser un componente psicológico o social.
Teniendo en cuenta que una misma palabra o frase la pronuncio de diferente forma en circunstancias similares o en situaciones afines, doy una gran importancia a que, fundamentalmente, el origen es un problema físico, no psicológico como siempre se ha pensado. Es una teoría cada vez más aceptada.
Nos hemos hartado de oír, desde niños, en boca de todo el mundo la frasecita «No te pongas nervioso, cálmate» o de aparentar ser el chico tímido que se alteraba y por eso tenía una lengua de trapo. Era como decir a un manco que no se preocupara porque ya le crecería una mano nueva el día de mañana.
Prestigiosos neurólogos opinan que existe una descoordinación entre el hemisferio derecho y el izquierdo.
Hace tiempo recuerdo leer un artículo muy interesante a este respecto donde dichos especialistas afirmaban que la acción de hablar requiere una coordinación perfecta que involucra diferentes áreas cerebrales: afecta a las encargadas del lenguaje y también a las que se activan con el oído, las emociones, la planificación, la respiración y los movimientos de la mandíbula, labios, lengua y cuello.
El cerebro es como un general que controla a todos estos soldados. Sin la señal correcta todo el proceso se desbarata. «Cuando queremos empezar a hablar, en el lóbulo frontal se origina primero el deseo de querer decir algo, luego se ponen en marcha mecanismos ejecutorios del movimiento (maxilar, lengua, labios) y, por último, un sistema monotorizado que controla que lo que decimos es realmente lo que queremos expresar. Si oímos algo erróneo en nuestro discurso, nos paralizamos y esto es lo que les ocurre a las personas con tartamudez», afirma un vocal de la Sociedad Española de Neurología.
También se cree, y doy fe de ello por vivencias propias, que la carga genética es muy importante. Pero aún hay muchas lagunas de conocimiento. Se intuye que los factores ambientales pueden afectar y también situaciones traumáticas o de estrés, por ejemplo.
Los últimos estudios con resonancia magnética han permitido desvelar un exceso de actividad cerebral en determinadas áreas cerebrales de tartamudos y se han identificado nueves genes relacionados con este trastorno que espero ayuden a dar un poquito de luz en este mundo desconocido y padecido por tantos.
Mientras a los que tenemos la suerte de decir que somos tartamudos, llevamos este don con todo el orgullo posible y procurando que cada vez se nos escuche más alto.
A ver si sale de una vez por todas un presidente del gobierno tartamudo, pero no tartamudo levemente, no. Tartamudo con todas las de la ley.
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