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jueves, 14 de abril de 2011

Semana Santa en Cuenca

Vivo rodeado de un escenario mágico, una simbiosis entre naturaleza y arquitectura. Pocos metros cuadrados pero, como diría uno que yo me se, mu bien aprovechados.

El escenario, llamado Cuenca, se colorea y adquiere la textura de diversas paletas dependiendo de la época del año. Quizás la mas bonita sea el otoño con esos colores rojizos y ocres, con esa tonalidad de la hoja caída…Pero hay una semana donde no solo la paleta es la que da sentido a esta ciudad levítica, sino también el sonido y el perfil.

Jesús de las seis
En Semana Santa, en Cuenca, el escenario, acoge la representación de la pasión y muerte de Cristo con una puesta en escena, según mi opinión, única y distinta a cualquiera de las demás exaltaciones españolas.

Y lo que produce esa peculiaridad es precisamente el teatro y los actores. El teatro es un entramado de callejuelas y cuestas adornadas por vetustas viviendas de vivos colores, bellos templos parroquiales y una naturaleza impresionante y abocada al vacío. Y los actores son los nazarenos que suben a hombros los pasos o  sencillamente acompañan a la imagen con sus tulipas, los turbos que se burlan del Jesús de las seis o los músicos que nos seducen con sus ritmos melodiosos.

El golpear de una tulipa u horquilla en el adoquinado de esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad, o escuchar San Juan en cualquier esquina no tiene precio. Cada momento es diferente, y en el contraste está el gusto.

No hace falta mamarlo desde niño o ser profundamente religioso. No. Basta solo con contemplar cualquier instante de Domingo a Domingo para darse cuenta de que uno está en el momento adecuado y en el sitio ideal.

En Cuencalvario se palpa la tradición, el respeto, la belleza, la fraternidad, la musicalidad, la irracionalidad…

La Cena en la catedral
 Esos instantes que recuerdas desde crío…cuando no podías dormir la madrugada del viernes por el ronco sonido de miles de tambores o cuando, unos días antes, tu sufrida madre te probaba la túnica..

Instantes, sonidos, olores que dentro de poco volveremos a refrendar como todos los mágicos días de primavera en Cuenca.

Ciudadano que llegas a Cuenca esos días: no le busques explicación a lo que ves.
¡Déjate llevar y siente! Siente como yo, bancero, nazareno y turbo.

2 comentarios:

  1. Ole...por tu texto. Muy bonito y sentido. Y estoy contigo cuando dices que hace falta mamarla de pequeño o ser muy religioso, solo con contemplar diversos momentos o sentir los silencios te das cuenta, que porqué es única.

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  2. Gracias Toni. A ver si el tiempo acompaña y se vuelve a poner la piel de gallina.
    Abrazos!

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