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lunes, 24 de enero de 2011

Oda al Tartamudo

Buenos días: hoy es Lunes, del mes de Enero, del 2011. ¿Dos mil once he dicho?...¡como pasa el tiempo!...¡ya hemos superado la película de Stanley Kubric!.
Mi entrada de hoy va dedicada a un buen amigo, a un concepto de la vida y del quehacer mundano que me da fuerzas a diario para batallar un poquito mas si cabe, como si fuera un ángel de la guarda. Se hace llamar Universo. Afortunado y agradecido me siento por ello y es de sabios ser agradecido.

   Como dije en mi presentación en este blog, la tartamudez es un signo que me caracteriza y como tal me siento en la obligación de darla a conocer y concienciar a la sociedad por su desconocimiento. Por ello en próximos episodios escribiré más acerca de ella. Hoy por falta de tiempo me limito a reproducir la magnífica Oda al Tartamudo que mi amigo Luismi recitó al final de la obra Vidas Melódicas, primera obra de teatro representada por tartamudos y para difundir la tartamudez. Con ustedes un alegato a favor de la comprensión y la tolerancia sin igual.


ODA AL TARTAMUDO
¿Quién osaría burlarse de un ciego?
Solo un idiota despreciaría al invidente.
Un tuerto incita al heroísmo, evidente.
Solo un imbécil apartaría al ojo solitario, sin apego.
¿Os mofaríais de un manco?
Sin duda os sentaríais con él en un banco.
¿Os reiríais de un cojo?
Seguro que no. De solo pensarlo, ya me entra el enojo.
¿Y quién sería tan cenutrio de menospreciar al paralítico?
Ya saben: esos que quieren andar…, y no pueden.
¿Usted? ¿Y usted? No. No lo harían. No lo duden.
Como mucho, causa sonrisa sensual, el sifilítico.
Nuestro amigo el ciego tiene su casita azul.
Y su colega el tuerto, también puede meterse en el baúl.
El manco tiene prebendas por lisiado.
Y el cojo es de todo, menos ignorado.
¿Y qué decir del paralítico?
Que, ¡faltaría más!, le ponen rampa para que no se…, atasque.
¿Y qué se hace con el sifilítico?
Pues, eso… ¿dejar que se rasque?
Vaya mi pregunta para el eminente sesudo.
Para ése que tiene el poder de las cosas cambiar.
¡Chato! ¿Qué hacemos con el tartamudo?
¿Hasta cuándo le dejaremos solitario transitar?
Pruebe usted a querer hablar y…, no poder.
Cuando le suene el teléfono…, no lo coja
…, y pierda por ello, quizás, un genial negocio…, para si congoja.
Diga un “Te quiero” por fascículos y luego quédese sin jod…
Vaya a una entrevista de trabajo.
Quédese su boca abierta y trague saliva mientas observa cómo es mirado de arriba abajo.
Disimule con una sonrisa,
por aquello de que “vamos con prisa”.
Dígalo cantando, desesperadamente duro
Y que no se le escape una lágrima, hombre; eso, dicen los necios, no es propio de alguien…, maduro
¡Ya le llamaremos! …, dicen.
Pero de forma…, diferente.
Como si para ellos fueras…, un demente.
Ni me doy ni quiero dar pena.
Más bien quiero una reacción más amena.
Si te doy lástima, es que no me entiendes.
Tú sabrás lo que pretendes.
Dame comprensión
pero con respeto.
Dame un margen, ponme una rampa
yo pondré el resto, no caeré en la trampa.
Dame un soneto
Que yo cantaré la canción.
No somos iguales que tú
yo soy más guapo, naturalmente.
Déjame mostrarte mi virtud
y podré sonreír, solemnemente.
¿Te estoy pidiendo más dinero en éste mi recitar?
Tú verás, amigo mío.
Pero si bien está que ayudes al ciego, al paralítico
al cojo y hasta al sifilítico
en su duro caminar,
¿cómo te atreves a NO hacerlo conmigo
que quiero y no puedo hablar?
Y ya para terminar
les diré que soy un tipo maravilloso,
que solo de la perilla estoy canoso
y que por los codos me gusta habla.
Y que, gracias por venir
y, sobretodo…, gracias por…, ¿aplaudir?

Autor: Luis Miguel Mourareu Torres
Registro: 02/2010/1957

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