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domingo, 6 de marzo de 2011

Poemas meritorios: Antonio Virtudes

En mi abultada familia existe una rama, los Virtudes Segarra, que abrazan elegantemente el arte de la pintura y la literatura.
Desde las casualidades de compartir puerta con puerta en el mismo edificio hasta casi una misma proximidad generacional, mi parentela y la que cito ha estado ligada estrechamente desde que tengo uso de razón.
Siempre me ha fascinado la pintura del abuelo Federico, sus gamas de colores en las hoces o en la naturaleza otoñal. Su nieto homónimo es un digno sucesor suyo. Mi tía Laura pinta de maravilla y mi primo Román tiene dotes de escritor, como su padre.

Pero ya que estamos en el arte de la poesía, me complace presentarles un poema de otro miembro de esta rama de los Segarra, otro magnífico literato, mi primoToni. 
De entre todos los poemas que he tenido el honor de leerle he querido incluir este porque me parece que simboliza muy bien su poesía y su forma de vida. Un ejemplo de que se puede hacer un gran poema gastronómico, ponerle humor y hacer reflexionar a la vez sin buscar palabras comunes y estereotipadas.
Os dejo con el poema!


Algunas veces me regocijo con la idea de ser anciano (y
ligeramente grueso);
más que de serlo, así a secas, es de la idea de volver la vista
atrás y recordar la vida.

Y recordar los banquetes devorados, todos los manteles
manchados,
todas las conversaciones de sobremesa,
todos los vinos y cervezas ingeridos,
todos los bacalaos,
todos los cochinillos,
todos los pasteles,
todos los eructos,
todos los excesos.

De la carne pegada al hueso,
de la grasa del ibérico,
del foie de oca,
de unas gordas ostras,
de las paellas,
de las fabadas,
de los chipirones,
de las setas,
de los quesos, -ay copón los quesos-
de las salsas.

De tí, manjar minimalista y a la vez explosión de sabores
inigualables.
De mí, platazo de lentejas en un gélido día de Febrero.
De vosotros, leales amigos, huevos con patatas, siempre fieles.

De esta vida, festín que según pasa el tiempo se va quedando 
sin agua, sin pan,
más que migajas en los platos y reflejos en las bandejas.

Y te vas dando cuenta que nadie repone nada
.....hasta el gran eructo final.

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