De un país de vagos a un país de
magníficos literatos; de un fuente de ingresos segura a una manta en la calle
unido a una lata por herramienta; de un amigo de lo ajeno a un enajenado compadre.
El ser humano mantiene una rutina
sin rutina, constante, áspera…
De repente un día nos levantamos
sigilosamente, sin querer hacer ruido…esperanzados y complacidos por las
cariñosas palabras de nuestro amor y queremos leer en los labios del vecindario
todo nuestro buen rollo mañanero.
A continuación bajamos al portal de
casa y pisamos una madrugadora mierda que nos avisa, nos pone en guardia y de
paso acaricia nuestra paciencia con unas desgarradoras uñas que poco a poco,
sin que lo sintamos, van minando nuestra vitalidad.
Leemos que hay una opinión
favorable a suprimir profesores interinos, a cobrar por realizar nuestros
viajes por autovías, a cerrar camas de un hospital y a pasarle la factura a
pobres y desvalidos ancianos que ya no tienen ni para comer.
Mientras nuestros incrédulos ojos
se alimentan de tantas vitaminas de grandeza humana, la cabeza se pone a pensar
y se pregunta por qué ahora no hay nadie acampando y solicitando cambiar una utopía cada vez más
latente.
Acaso nos preguntamos cómo pueden
estar jugando con nuestras vidas personajes que día sí, día también, se tiran
los trastos a la cabeza como cuando nosotros, ciudadanos de a pie, éramos
mozuelos de cole de segunda y discutíamos por un simple lapicero.
Y, ¿es que acaso hay que echar mano
de la televisión o de la prensa para darse cuenta de la realidad del país?
Bajando a la acera de baldosas
uniformes también nos topamos con indeseables y malhechores…día sí, día también…
A veces, se contempla un cielo azul sin mirar hacia arriba y se engrandece el corazón.
A veces, se contempla un cielo azul sin mirar hacia arriba y se engrandece el corazón.
Los mas, se tiene que redirigir el
alma para evitar la sorpresa taciturna a cada esquina, y así uno se siente
menos libre y conduciendo en la M-30 a dirección contraria…siendo un Kamikaze
pero yendo seguro. Sin pisar el freno, sin saltarse las normas. A
contracorriente.
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