Páginas

miércoles, 2 de mayo de 2012

Siendo un kamikaze de almas


De un país de vagos a un país de magníficos literatos; de un fuente de ingresos segura a una manta en la calle unido a una lata por herramienta; de un amigo de lo ajeno a un enajenado compadre.

El ser humano mantiene una rutina sin rutina, constante, áspera…

De repente un día nos levantamos sigilosamente, sin querer hacer ruido…esperanzados y complacidos por las cariñosas palabras de nuestro amor y queremos leer en los labios del vecindario todo nuestro buen rollo mañanero.
A continuación bajamos al portal de casa y pisamos una madrugadora mierda que nos avisa, nos pone en guardia y de paso acaricia nuestra paciencia con unas desgarradoras uñas que poco a poco, sin que lo sintamos, van minando nuestra vitalidad.

Leemos que hay una opinión favorable a suprimir profesores interinos, a cobrar por realizar nuestros viajes por autovías, a cerrar camas de un hospital y a pasarle la factura a pobres y desvalidos ancianos que ya no tienen ni para comer.
Mientras nuestros incrédulos ojos se alimentan de tantas vitaminas de grandeza humana, la cabeza se pone a pensar y se pregunta por qué ahora no hay nadie acampando y solicitando cambiar una utopía cada vez más latente.

Acaso nos preguntamos cómo pueden estar jugando con nuestras vidas personajes que día sí, día también, se tiran los trastos a la cabeza como cuando nosotros, ciudadanos de a pie, éramos mozuelos de cole de segunda y discutíamos por un simple lapicero.

Y, ¿es que acaso hay que echar mano de la televisión o de la prensa para darse cuenta de la realidad del país?
Bajando a la acera de baldosas uniformes también nos topamos con indeseables y malhechores…día sí, día también…

A veces, se contempla un cielo azul sin mirar hacia arriba y se engrandece el corazón.

Los mas, se tiene que redirigir el alma para evitar la sorpresa taciturna a cada esquina, y así uno se siente menos libre y conduciendo en la M-30 a dirección contraria…siendo un Kamikaze pero yendo seguro. Sin pisar el freno, sin saltarse las normas. A contracorriente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade tus comentarios