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jueves, 16 de abril de 2015

Primavera sin razón



Esos días primaverales en que no te quieres retirar de la ventana.

¿Dónde quedaron aquellas tardes de la memoria infantil en los que el
tiempo duraba siglos de verdadera vida? ¿Dónde el sentido común que tanto imperaba?

Aquellos azules intensos que en cuestión de segundo se convierten en grises suaves  o en cúmulos veraniegos, pequeños avances oscuros que presagian la peor de las tormentas sobre cielo castellano pero que a un distraído joven le parecen nubes de una enorme belleza y vitalidad.

Días de primavera con la mejor de las temperaturas posibles. ¡ojala durara mucho la primavera! Sé que es contranatural, e incluso contraproducente para nosotros los humanos, pero a lo mejor posibilita un avance en nuestra mejoría interna a nivel de salud y bienestar.

¡Solo pido unos días!, pues ansioso estoy por el posible adelanto de la canícula, por el angustioso calor que todo lo puede y a todos nos puede. Que ya uno tiene tiempo de disfrutar de él, si es en la sombra claro...y con un buen refresco o algo que le alegre la vista y los sentidos.

Y todo es pensar, pensar por pensar. Porque no entiendo.

La primavera de cielos cargados y temperatura veinteañera tiene grandes ventajas en mi organismo, pero sobretodo en mi persona. Se está mejor en la calle que en las casas, en las avenidas florales -que acaban en novedosas lomas- que al cobijo lector de un periódico en calurosas bibliotecas. Pero aún así, cuando el calor empieza a manifestarse, siempre tienes la posibilidad de desprenderte de ropas propias y ajenas -recomiendo lo segundo- y, sin llegar a despojarse de la ropa íntima, sí permanecer en el puesto de trabajo como una San Miguel, es decir sin frío ni calor.

Esos días primaverales en que las amapolas son tus herramientas informáticas o tus increíbles atracones de comida, si la ocasión se tercia. En que tus ojos intentan acariciar los recodos que el sol deja por los rincones, el incremento de luz que se produce...sin dejarse avasallar.

Estos días son tristes y alegres a la vez, amarillos y grises pero también verde cereal que crece sin orden ni concierto...días que quisiera que fueran verdes, pero del verde esperanza que tu y yo sabemos.


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