Esos días primaverales en que no te quieres retirar de la
ventana.
¿Dónde quedaron aquellas tardes de la memoria infantil en
los que el
tiempo duraba siglos de verdadera vida? ¿Dónde el sentido común que tanto imperaba?
tiempo duraba siglos de verdadera vida? ¿Dónde el sentido común que tanto imperaba?
Aquellos azules intensos que en cuestión de segundo se
convierten en grises suaves o en cúmulos
veraniegos, pequeños avances oscuros que presagian la peor de las tormentas
sobre cielo castellano pero que a un distraído joven le parecen nubes de una
enorme belleza y vitalidad.
Días de primavera con la mejor de las temperaturas posibles.
¡ojala durara mucho la primavera! Sé que es contranatural, e incluso
contraproducente para nosotros los humanos, pero a lo mejor posibilita un
avance en nuestra mejoría interna a nivel de salud y bienestar.
¡Solo pido unos días!, pues ansioso estoy por el posible
adelanto de la canícula, por el angustioso calor que todo lo puede y a todos
nos puede. Que ya uno tiene tiempo de disfrutar de él, si es en la sombra
claro...y con un buen refresco o algo que le alegre la vista y los sentidos.
Y todo es pensar, pensar por pensar. Porque no entiendo.
La primavera de cielos cargados y temperatura veinteañera
tiene grandes ventajas en mi organismo, pero sobretodo en mi persona. Se está
mejor en la calle que en las casas, en las avenidas florales -que acaban en
novedosas lomas- que al cobijo lector de un periódico en calurosas bibliotecas.
Pero aún así, cuando el calor empieza a manifestarse, siempre tienes la
posibilidad de desprenderte de ropas propias y ajenas -recomiendo lo segundo-
y, sin llegar a despojarse de la ropa íntima, sí permanecer en el puesto de
trabajo como una San Miguel, es decir sin frío ni calor.
Esos días primaverales en que las amapolas son tus
herramientas informáticas o tus increíbles atracones de comida, si la ocasión
se tercia. En que tus ojos intentan acariciar los recodos que el sol deja por
los rincones, el incremento de luz que se produce...sin dejarse avasallar.
Estos días son tristes y alegres a la vez, amarillos y
grises pero también verde cereal que crece sin orden ni concierto...días que
quisiera que fueran verdes, pero del verde esperanza que tu y yo sabemos.
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